Un videojuego es un programa informático interactivo
destinado al entretenimiento, que puede funcionar en diversos dispositivos:
ordenadores, consolas, teléfonos móviles, etcétera; integra audio y vídeo, y
permite disfrutar de experiencias que, en muchos casos, sería muy difícil de vivir
en la realidad.
Como apunta Ortega (2001), su estructura narrativa
es muy variada. Así, encontramos argumentos basados en la apología, la
parábola, la alegoría, la crónica, los relatos de viaje, los cuentos clásicos,
los mitos, los relatos oníricos, los ritos iniciáticos o los juegos de rol.
Aunque hemos dicho que su origen es lúdico, hoy se
han ampliado y sobrepasado los límites del entretenimiento, porque se han
abierto posibilidades de aplicación en el ámbito educativo.
Podríamos situar el origen de esta modalidad de
entretenimiento digital en el primer simulador de vuelo diseñado en los Estados
Unidos para el entrenamiento de pilotos. Nos encontrábamos en los años cuarenta
del pasado siglo.
Otros escritos apuntan a que el primer videojuego
fue “SpaceWar”, muy parecido al posteriormente famoso “Asteroids”. Al parecer,
lo creó en 1961 (1962, según otros documentos) Steve Rusell, un joven
estudiante, en un ordenador del tamaño de un armario que contaba con una
pequeña pantalla de rayos catódicos, como la de un televisor o un monitor de
ordenador. Aunque fue muy popular en las universidades, cuando intentó
comercializarse fue un absoluto fracaso.
Incluso hay quienes ubican el nacimiento de estos
juegos a comienzos de los setenta, época en que los grandes ordenadores –atendiendo al enorme tamaño de sus
procesadores— se transformaron en dispositivos prácticamente portátiles,
gracias al nacimiento del microprocesador.
En 1972 se desarrolla el primer videojuego, llamado
“PONG”, que consistía en una simplificada partida de ping-pong virtual.
En cuanto a la preocupación por el efecto de estos
artilugios en la conducta infantil, las primeras luces de alarma se encienden
en 1977, fecha en la que la firma Atari colocó en el mercado el primer sistema
de videojuegos en cartucho para ordenador, que alcanzó un notable éxito
comercial en EE. UU. También empiezan a proliferar en los establecimientos de
ocio –bares, salones recreativos…– máquinas electrónicas que permiten jugar al
“comecocos” (“Pacman”) o matar “marcianos” (“Space Invaders”), por citar algún
ejemplo. Su éxito es tal, que desplazan por completo a billares, futbolines o
máquinas de petacos.
Con la generalización del uso de los ordenadores
personales en las dos últimas décadas del siglo XX, surgen las primeras
empresas dedicadas a liderar el emergente y prometedor mercado de los
videojuegos. Este esfuerzo por captar clientes hace que los nuevos productos
sean cada vez más fantásticos, de mayor calidad gráfica y sonora, con alto
realismo y una gran interactividad.
Los videojuegos hoy son bastante más que un producto
informático; también son un negocio, un instrumento de información y formación,
un objeto de investigación y un fenómeno social.